El vandalismo con pretexto racial es un ataque contra la Civilización

La policía de Portland dispersa a una multitud después de que los manifestantes prendieran fuego al edificio de la Asociación de Policía de Portland. / Agencia AFP
Por: Gustavo Jaso Cortés / Economista y profesor en la Universidad Complutense de Madrid

La izquierda estadounidense y el Partido Demócrata en particular, están cayendo, por voluntad propia y el peor de los oportunismos políticos, en algo mucho peor que la ciénaga de Washington (the DC swamp, en inglés). Están participando y encabezando el activismo antisistema, para vulnerar y pervertir las reglas del sistema, con la excusa de un inexistente racismo sistemático de las fuerzas policiales y de la sociedad en general.

Su propósito no es otro que intimidar a la mitad de la sociedad estadounidense que no comulga con las ruedas de molino del progresismo, del racismo contra los blancos del movimiento Black Lives Matter, del pensamiento políticamente correcto, del infame indigenismo, de la reescritura de la historia del país y de todo Occidente (a través de sus símbolos, como las estatuas, mediante el uso de la violencia), deslegitimando a ambos, a EE.UU. y al mundo occidental, etc.

Esto es, buscan amedrentar mediante la violencia sistemática y la destrucción de los símbolos de la Civilización a las decenas de millones de votantes que en 2016 tuvieron el acierto y la valentía de colocar en la Casa Blanca a un político declaradamente opuesto a la depravación que trajo Obama.

“No podríamos aguantar otros 4 años de política de Obama”

Un político –como Donald Trump– que desmontara las transformaciones izquierdistas de la sociedad que había introducido el presidente más de izquierda de toda la historia del país, Barack Obamaodiado por la inmensa mayoría de los ciudadanos conservadores (aunque siga gozando de la incomprensible admiración de la derecha de Europa occidental y de España).

Pasados ya tres y medio años de presidencia de Donald Trump resulta insufrible el –bochornoso- seguidismo que la derecha de Europa occidental practica respecto a la clara actitud de la izquierda frente a este presidente. ¿No les dará vergüenza? Una derecha que, como con la ideología de género, el adoctrinamiento en las escuelas, el cambio climático, etc. actúa como monaguillo de la izquierda más sectaria. ¿No les dará vergüenza a estos calzonazos, a quien todos tenemos identificados como tontos útiles? Según el Diccionario de la Real Academia Española, calzonazo es “el hombre de carácter débil y condescendiente”. Amén.

En los últimos meses de mi estancia en Washington, DC, justo antes de las elecciones de 2016, no paraba de encontrarme a personas locales que me decían que “no podríamos soportar otros 4 (u 8) años con la misma política de Barack Obama”. Eso se debía a que todo el mundo sabía que la –corrupta- candidata Hillary Clinton (quien había obtenido dinero para su fundación gracias a su puesto al frente de la diplomacia americana) se proponía prolongar el izquierdismo de Obama, alejándose totalmente del centrismo que caracterizó la presidencia de su marido, Bill Clinton (1993-2000), aventuras personales con becaria aparte.

Trump fue elegido para detener la depravación de la sociedad

Ese era el gran mérito de Donald Trump –su rechazo de las políticas que pervierten a la sociedad, como la ideología de género y el culto al aborto- y para eso fue elegido Presidente por los ciudadanos de aquel país, en un giro verdaderamente histórico y esperanzador.

Como, en términos generales, Trump ha cumplido la tarea para la que fue votado, tiene bastantes probabilidades de ser reelegido, siempre que los comicios no tengan lugar en un clima continuado de intimidación de la izquierda, jugando sucio.

Los activistas que contemplamos día a día en las televisiones, son como las hordas de bárbaros que intentaron destruir el Imperio Romano y que lo consiguieron, por la decadencia de aquel sistema, que careció de la voluntad para reivindicar su legitimidad y imponerse sin vacilaciones. Es preciso reaccionar, sin demora, a lo largo y ancho de Occidente, para derrotar este plan insensato y profundamente antidemocrático: el nuevo autoritarismo, de la nueva normalidad.

Dicho de otro modo, se proponen imponer, a la fuerza, en EE.UU. lo que quizá recelen que no tienen asegurado alcanzar mediante el proceso político democrático y civilizado, en las elecciones del próximo mes del 3 de noviembre.

Se equivocan quienes interpreten todo esto como un simple desahogo de las oprimidas comunidades negras, o como una legítima protesta por los supuestos sistemáticos excesos policialesEso fue tan sólo el chispazo inicial, que se habría ido agotando por mí mismo en unas pocas semanas, como sucedió en anteriores ocasiones.

El Partido Demócrata ha secuestrado las protestas

El Partido Demócrata, de modo perfectamente deliberado, se ha hecho con el control de las protestas legítimas de los ciudadanos negros y las ha convertido en una vil estratagema nacional para llegar al poder como sea”, “empleando cualquier método”, incluso al margen de las normas y valores constitucionales.

Se equivocan, asimismo, quienes desde fuera de EE.UU. pretendan adoptar una actitud de equidistancia, dándose aires de altura moral e inteligencia, lo que sólo puede implicar connivencia con la meditada táctica vandálica que se está desplegando en aquel país, que acabaría contaminando al resto de Occidente, empezando por las decadentes sociedades de Europa occidental, como España, donde casi toda la izquierda reniega de su historia y de sus logros por el ancho mundo.

Sólo con la victoria de Trump en noviembre se derrotará políticamente el vandalismo

Únicamente la victoria electoral de Donald Trump este mes de noviembre puede frenar la actual dinámica de barbarie de la izquierda, derrotándola y sumiéndola en una profunda crisis de la que sólo podrá plantearse recular hacia posiciones de un mínimo de civilización, ya que están actualmente en la extrema izquierda o colaboran con ella y se hacen cómplices de ella, día a día.

La connivencia de los demócratas no hace posible una tercera vía

Resulta ilusorio, en la actual coyuntura política, pensar que existe una tercera vía representada por el previsible candidato del Partido Demócrata a las presidenciales, quien fuera Vicepresidente con Barack Obama, Joe Biden.

Teóricamente podría haber sido así, pero la realidad es que ni Joe Biden ni la actual dirección del Partido –esto es, Nancy Pelosi como Jefe (Speaker) de la Cámara Baja, ni Chuck Schumer, como jefe de la oposición en el Senado- han desautorizado abiertamente el vandalismo en curso. Muy al contrario, se han subido al carro de esta dinámica –suicida para el país- como su mejor opción para ganar las elecciones y llegar al poder, a cualquier precio.

Por ello, si Joe Biden ganase el 3 de noviembre todo el Partido Demócrata quedará rehén de la vanguardia violenta y extremista a la que están dando cobertura e intentando legitimar con bochornosas cesiones a sus despreciables reivindicaciones.

Este es el caso de los alcaldes y gobernadores demócratas que, a toda prisa, sin más consideración que las exigencias de las turbas progresistas (negras y blancas), están retirando estatuas de los valerosos colonizadores españoles quienes, en muchos casos, ni si quiera pusieron un pie en el actual territorio de EE.UU., como Cristóbal Colón.

Cambio de las relaciones de fuerza no justicia racial es lo que buscan los extremistas

No es “justicia racial” lo que persiguen, eso solo es el pretexto, sino un cambio violento de la situación política y del modelo social hacia una sociedad dominada por las minorías y las políticas extremistas antisistema.

Los comunistas Antifas, los racistas del Black Lives Matter, las feministas radicales, los universitarios extremistas que niegan (por la fuerza) el derecho a hablar a quienes discrepen de ellos, los activistas en pro de la eliminación de las fronteras nacionales (financiados por George Soros), los fanáticos ridículamente autodenominados guerreros por la justicia social (social-justice warriors) …

También buscan, como dicen abiertamente los descerebrados líderes del Black Lives Matter, “acabar con la estructura familiar tradicional” y que los hijos “sean de todos” los habitantes de un barrio, y así con una interminable lista de reformas / revoluciones que destruirían Estados Unidos tal como ha existido durante los pasados siglos.

En esas estamos.

En una gran embestida general contra las libertades individuales y la democracia en EE.UU. y en otros países occidentales.

“La lucha contra las estatuas es una lucha contra la Civilización” 

El editorialista canadiense de diversos medios de comunicación conservadores en Canadá y Reino Unido, Conrad Black, es además miembro de la británica Cámara de los Lores.

El día 23 de junio ha publicado un agudo artículo en el semanario estadounidense National Review, en el que gran parte de su contenido general está disponible en abierto. El título, del que yo me he inspirado, es el siguiente: “La lucha contra las estatuas es una lucha contra la Civilización

(Nota.- Las negritas, los textos explicativos entre corchetes y los posibles errores de traducción, son míos)

“El movimiento de derribar estatuas … evolucionó desde la simple preocupación de no ofender la sensibilidad de los afro-americanos a un ataque al conjunto de los logros de la Civilización occidental” …

“El argumento que subyace [a aquella actuación] es que la sociedad es ¨intrínsecamente racista¨ y que por lo tanto [el conjunto desus dirigentes también son racistas, siendo venerados [históricamentepor razones equivocadas, y la totalidad de la noción de una Civilización occidental –representada políticamente por personajes tradicionalmente venerados- constituye una afrenta y una falta de respeto a los [ciudadanosnegros” …

Black Lives Matter rechaza a todos los blancos y a los asiáticos

Los planteamientos del movimiento “Black Lives Matter son admirablemente ¨inclusivos¨ en materia de género, sexualidad, edad y religión [para admirar a los musulmanes, frente a los cristianos], pero excluyen a [todoslos no-negros: aquellos de origen asiático (como los de Israel, Arabia Saudí, India, China y Japón), son asignados al mismo purgatorio que los blancos, pero se les considera menos opresores de los negros que lo han sido los blancos. Por ello, no está habiendo intentos de destruir las estatuas de Gandhi o de Mao Tse-tung [ninguno de los cuales fue muy ¨inclusivo¨ con los negros], ni se expresa resentimiento por el [seculartráfico de esclavos negros por parte de árabes [sobre todo en la costa oriental de África], que todavía se practica en nuestros días” …

[GJ.- Esto es, los dirigentes del Black Lives Matter rechazan de entrada, abierta y expresamente, a todos los blancos, salvo a los extremistas y tontos útiles –como periodistas- que les apoyan. En conclusión, BLM son racistas anti-blancos]

Por otro lado, “En un asombroso éxito de relaciones públicas, el movimiento BLM deja repentinamente de ser identificado por sus asesinatos de policías blancos (incluidos los de 8 agentes en Dallas y Baton Rouge en 2016) … y se envuelve en el [respetable] manto del amor propio de los afro-americanos y de la búsqueda de la justicia …”

Asesinatos de policías blancos en Dallas en 2016

El diario de izquierda extrema The New York Times (NYT), al informar en julio de 2016 (todavía bajo presidencia de Barack Obama) de los asesinatos de 5 policías blancos (y de las heridas de bala infringidas a otros 7 agentes blancos) en Dallas por un activista negro, de 25 años, Micah Johnson, armado con un rifle y otras armas de fuego, mentía al afirmar que el asesino “no tenía ninguna relación directa con ningún grupo de protesta [como el BLMni con ningún partido político”.

Aquellos crímenes se cometieron de modo casi simultáneo y casi en el mismo lugar en que estaba teniendo lugar una protesta de Black Lives Matter, en Dallas, abatiendo a los agentes de servicio, como en una trampa.

Eso sí, el NYT tuvo que reconocer que “en la cuenta de Facebook [del asesino] expresaba su apoyo al Nuevo Partido de las Panteras Negras” (New Black Panther Party). Esta nueva formación política, aunque lo niegue reiteradamente, constituye la continuación política del grupo marxista y revolucionario negro, de los años 60 y 70 (1966 – 1982), Black Panther Party (BPP), que también practicó el asesinato en sus luchas intestinas (como en 1969 y 1974) y recibió ayuda del régimen castrista y, es de suponer, que de la URSS, también. En qué quedamos, ¿Qué había o que no había relación con aquel partido supremacista negro?

El asesino negro de Dallas, Micah Johnson, que murió en su enfrentamiento con la policía, había declarado los días anteriores que “se sentía ofendido por las personas blancas … y que quería matar a personas blancas, especialmente a agentes blancos”, según informaba la BBC. Todo muy inclusivo, como de costumbre.

Asesinatos de policías blancos en Baton Rouge en 2016

En Baton Rouge (Luisiana), también en julio de 2016, tres agentes blancos fueron cazados por un tirador de raza negra, Gavin Long, de 29 años, dejando otros tres heridos de bala. Los mensajes que se encontraron en su ordenador tenían afinidad con los que difunde regularmente Black Lives Matter (BLM).

En el siguiente informe, se repasan las agresiones contra las fuerzas policiales durante el verano de 2016, bajo el título de “La Guerra contra la Policía”.

Black Lives Matter (BLM) ha organizado un espacio de impunidad criminal

Los organizadores de este movimiento debían tener claro desde su fundación, en 2013, cuál iba a ser su actividad y cómo protegerse de las consecuencias de sus delitos. Por ello, no han registrado este nombre como una organización legalmente constituida, con sus dirigentes claramente identificados, como tampoco sus miembros. Esto les permite moverse en una amplísima zona gris: cuando interesa, se declara que alguien es miembro o dirigente del BLM, al día siguiente puede afirmarse lo contrario, cuando se haya cometido algún delito que desean que quede impune.

Es algo así como: dime cómo te organizas y te diré qué te propones hacer.

Todo lo más, han creado varias fundaciones con aquel nombre, para recoger fondos que luego … a saber cómo y quienes lo gastan realmente.

El Partido Demócrata se debate entre respetar el empuje de las hordas o las fuerzas del orden público constituidas

Conrad Black concluye su columna afirmando lo siguiente:

“los extremistas … utilizan incidentes terribles [como la muerte de George Floyd en Minneapolis, el pasado 25 de mayo] e incluso controversias menores sobre estatuas y las magnifican y convierten en ataques [en toda reglacontra el orden público y las propiedades privadas, arrastrando tras de ellos a los tontos útiles progres (useful liberal idiots) que intentarán convencernos de que los [violentosAntifascistas constituyen una legítima organización reformista”.

El Partido Demócrata ha dejado abierta la puerta trasera a … los extremistas antidemocráticos y ellos se han colado dentro. [Además, dicho partidoSe ha atrofiado moralmente y [ahorase muestra ambiguo entre la fuerza de las turbas y las fuerzas policiales” …

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